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Martes, 24 de Julio de 2007 10:22

El homicidio en Andalucía a fines de la Edad Media, nuevo libro del Servicio de Publicaciones de la UCO

G.C. - C.M.
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Las investigaciones sobre criminalidad y violencia en el seno de la sociedad medieval han experimentado durante los últimos años un notable auge en relación con el creciente interés que por el conocimiento de la vida cotidiana sienten quienes se dedican al quehacer histórico. Ello es debido en buena parte a un cambio de mentalidad y de objetivos por parte de los propios historiadores que han ido abandonando la visión tradicional de la historia de la criminalidad ligada al marco jurídico e institucional adoptando puntos de vista mucho más dinámicos, ligados al análisis sociológico del delito y de sus protagonistas.

En este marco sale a la luz el libro " El homicidio en Andalucía a fines de la Edad Media", obra del profesor de Historia Medieval de la Universidad de Córdoba, Ricardo Córdoba de la Llave que, editada por los Servicios de Publicaciones de las universidades de Granada y Córdoba conjuntamente con el Centro de Historia del Crimen del Ayuntamiento de Durango, busca ese conocimiento profundizando en el análisis de uno de los delitos que mayor gravedad ha revestido en cualquier época de la Historia como es el homicidio.

La época escogida para ello es el siglo XV durante la que Andalucía presenta una problemática propia en relación con la violencia, dado que la fuerte implantación de los concejos urbanos, algunos de los cuales se contaban entre las mayores ciudades castellanas de la época, determina que la mayor parte de esa violencia documentada sea típicamente urbana, cometida y sufrida por los vecinos de villas y ciudades donde se vieron envueltas gentes de los diferentes barrios o sectores urbanos en los que las localidades de la época estaban articuladas.

Para ello el autor acude a diversos registros documentales cuyas características y problemática analiza para constatar que las conclusiones obtenidas mediante el análisis de la documentación manejada se encuentran claramente sesgadas tanto por motivos formales y administrativos como de contenido y asi se ve en las estadísticas sobre la tipología del delito o sobre su distribución geográfica y temporal. De esta manera, por ejemplo, el reparto geográfico del crimen está claramente influido por la presencia de los monarcas en los diferentes territorios, puesto que llegan más casos a la justicia real al lugar donde está.

También existen enormes limitaciones a la hora de analizar las circunstancias de los delitos y conocer los rasgos del homicidio en la sociedad de la época ya que los datos con los que se trabaja en la primera parte del libro responden más a la realidad del sistema judicial que a la realidad histórica. De aquí que la parte más veraz del volumen sea la referida al proceso judicial y a la actuación de los oficiales de justicia puesto que en ella los protagonistas de los documentos no se empeñan en disfrazar la realidad bajo palabras "de más que dudosa verosimilitud", como expone el autor.

No obstante el texto analiza la posibilidad de un cierto modelo de violencia medieval, consecuencia de las relaciones sociales en la Edad Media y de costumbres como la defensa del honor o las venganzas particulares y se pregunta sobre si ese tipo de agresiones determinaron una sociedad más conflictiva y una violencia presente a flor de piel en la vida cotidiana, sobre todo si a ello se añade cierta blandura de las autoridades a la hora de perseguir o castigar el crimen, cuando no a perdonarlo, y las duras circunstancias materiales y psicológicas derivadas de las guerras y de la inseguridad. El autor, al final, no cree que pueda hablarse de una sociedad más violenta que la actual, sino más bien de una violencia cotidiana de signo distinto, aunque si quepa decir que existió mayor peligrosidad social en el sentido de que las gentes de la Edad Media se desenvolvieron entre mayores peligros fruto de un contexto general.