Leer y viajar, viajar y leer
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4 años 7 meses antes - 3 años 1 mes antes #100
por club-lectura
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Leer y viajar, viajar y leer Publicado por club-lectura
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho (Don Quijote de la Mancha)
¿Qué tal llevamos el confinamiento? Ánimo que ya queda menos. Mientras llega ese momento el Club de Lectura UCO va a intentar, en este día tan importante para nosotros (el Día del Libro, por si alguien se despista), que lo lleves un poquito mejor.
Repasando los recursos que la Biblioteca tiene a nuestra disposición en internet, que son muchos, hemos redescubierto este tablero de Pinterest, Viajar y leer , en el que se relacionan libros y viajes, viajes y libros, de distintas formas. Y es que, “lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca", como dice Roberto Bolaño en Los sinsabores del verdadero policía. Y ya que ahora lo de viajar “de verdad” está un poco complicado, hagámoslo de la mano de un buen libro.
En este tablero de Pinterest, hay un poco de todo, empezando por la interesante opinión sobre la “lectura de viaje” de Thomas Mann en Viaje por mar (“un género lleno de reminiscencias de inferioridad. Está muy extendida la opinión de que lo que se lee en un viaje ha de ser de lo más ligero y superficial, 'tonterías que hagan pasar el tiempo'. Nunca lo he comprendido") hasta los viajes literarios, porque ¿quién no ha ido alguna vez detrás de las huellas de un autor o un libro? La biblioteca se convierte así en una puerta de embarque magnífica para viajar por el mundo (Embarquen por la biblioteca, de Jesús Arana).
Antes de viajar, hay que tener en cuenta varias cosas, como si viajamos solos o con amigos, porque "cuando se viaja a solas, como sucede con demasiada frecuencia, hay que pagar del propio bolsillo, pero en ocasiones la vida es buena y permite viajar y ver mundo, aunque sólo sea a retazos y por poco tiempo, con los cuatro o cinco amigos que declararán en nuestro favor el día del Juicio, hablando en nuestro nombre." (El Danubio, de Claudio Magris).
Los preparativos también son importantes, como nos dice Juan Bonilla en Prohibido entrar sin pantalones: "si haces demasiados preparativos para un viaje, el viaje no es tal: es sólo una excursión. Si no haces ningún preparativo para un viaje, el viaje no es tal: es sólo una huida. Entre la huida y la excursión, el viaje”. Y sobre todo tengamos en cuenta la advertencia de John Steninbeck: “No hacemos un viaje, es el viaje el que nos hace a nosotros”.
Hay muchas formas diferentes de viajar y de entender el viaje, algunas tan poéticas como las que se le ocurren a Hanuman en El Mono Gramático, de Octavio Paz ("Hanuman sonríe con placer ante la analogía que se le acaba de ocurrir: caligrafía y vegetación, arboleda y escritura, lectura y camino. Caminar: Leer un trozo de terreno, descifrar un pedazo de mundo") o a nuestro Antonio Machado: "Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar..."
Para otros, como José Saramago en Viaje a Portugal, "hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, (...) Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino".
Julio Cortázar, moderno y adelantándose al "turismo lowcost", durante 33 días, y junto a su esposa Carol Dunlop, se dedicó a recorrer, en una Volswagen Combi roja, la autopista París-Marsella, con parada obligatoria y pernoctación en cada una de las salidas y áreas de descanso de dicha autopista. De esa experiencia, y escrito a medias con Carol, surgió, en 1983 Los autonautas de la cosmopista o un viaje atemporal Paris-Parsella. Otro adelantado a su tiempo fue el protagonista de El viajero del siglo, de Andrés Neuman, cuya acción transcurre en el s. XIX y que tiene reflexiones tan contemporáneas como esta:
"... precisamente el otro día les contaba a nuestros amigos lo fastidioso que hoy resulta viajar a cualquier parte, la gente está cada vez más ansiosa, las ruedas de un carruaje no le bastan, sólo quieren montarse en un vagón y bajarse en el acto, ¡cuánto más rápido vamos más rápido queremos ir! supongo que viajar ha pasado de moda, la moda ahora es llegar".
Todo lo contrario que le ocurrió a Jack Kerouac y sus amigos de la Generación Beat. En el camino o En la carretera (On the road), fue escrito por Jack Kerouac en 1951 y en él narra los viajes que hizo con sus amigos (Allen Ginsberg, William Burroughs, NealCassady) por los Estados Unidos durante varios años. No sólo se trata de viajar por carreteras de la América profunda, sino de romper con una forma de vida, la de la encorsetada sociedad norteamericana de los años 50, que decidieron que no era la suya.
Y terminamos este repaso de las formas de viajar con El viaje a ninguna parte, del genial Fernando Fernán Gómez, que nos propone un viaje por pequeños pueblos de Castilla-La Mancha de la mano de una compañía itinerante de teatro que ve cómo los "jodíos peliculeros" están acabando con su negocio. Un verdadero homenaje a los "cómicos de la legua" y su vida ambulante.
El viaje nos puede llevar al descubrimiento de lugares soñados, como le ocurrió a Rilke, que, desde una habitación del Hotel Reina Victoria de Ronda, hoy convertida en museo, escribe a su amada Lou Andreas Salomé: “He buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he encontrado en Ronda… No hay nada más inesperado en el mundo que esta ciudad salvaje y montañera."
A veces el viaje es una decepción, y así nos lo cuenta Gabriel García Márquez en Doce cuentos peregrinos: "Emprendí un rápido viaje de reconocimiento a Barcelona, Ginebra, Roma y París. Ninguna de ellas tenía ya nada que ver con mis recuerdos. Todas, como toda la Europa actual, estaban enrarecidas por una inversión asombrosa: los recuerdos reales me parecían fantasmas de la memoria, mientras los recuerdos falsos eran tan convincentes que habían suplantado a la realidad”.
Otras veces, lo territorios explorados son imaginarios, como los que recoge Umberto Eco en Historia de las tierras y lugares imaginarios:
"Así, persiguiendo una ilusión, viajeros de todos los países han descubierto otras tierras. Lo que aquí nos interesa son las tierras y los lugares que, ahora o en el pasado, han creado quimeras, utopías e ilusiones, porque mucha gente ha creído realmente que existen o han existido en alguna parte”,
O como ocurre en El maravilloso mago de Oz, un libro de literatura infantil escrito por el estadounidense L. F. Baum en 1900, en el que una niña llamada Dorothy, inicia un viaje hacia el mundo de Oz, en busca del mago que la hará volver a su tierra, Kansas, de la que salió por culpa de un tornado. Por el camino encontrará muchos personajes, a los que intentará ayudar con sus problemas.
También La balsa de piedra (1986), de José Saramago, parte de una idea insólita: una grieta se abre en los Pirineos y desgaja a la Península Ibérica del resto de Europa. España y Portugal, transformados en una gran isla flotante, van a la deriva más unidos entre sí (y a la vez más separados del resto de Europa) de lo que nunca lo han estado y lo van a estar a lo largo de su historia.
Para terminar, enumeraremos una serie de libros con los que podemos viajar a regiones exóticas, como El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith (la Costa Amalfitana), El amante, de Marguerite Duras (la Indochina de principios del XX) o El cielo protector, de Paul Bowles (el Tánger de los 40); o bien a lugares más cercanos: así, con La Regenta, de Clarín, visitamos el Oviedo (Vetusta) de finales del XIX y con Córdoba de los Omeyas, de Antonio Muñoz Molina, conoceremos como fue nuestra ciudad en su época de mayor esplendor. Esther Tusquets nos lleva a la atractiva Barcelona de los 60 con sus 24 horas con la Gauche Divine y Elvira Lindo nos descubre sus sitios secretos de Nueva York en Lugares que no quiero compartir con nadie.
Como veis, viajes para todo los gustos… sin salir de casa.
Salud para todos y cuidaros mucho
#yomequedoencasaleyendoyviajando
¿Qué tal llevamos el confinamiento? Ánimo que ya queda menos. Mientras llega ese momento el Club de Lectura UCO va a intentar, en este día tan importante para nosotros (el Día del Libro, por si alguien se despista), que lo lleves un poquito mejor.
Repasando los recursos que la Biblioteca tiene a nuestra disposición en internet, que son muchos, hemos redescubierto este tablero de Pinterest, Viajar y leer , en el que se relacionan libros y viajes, viajes y libros, de distintas formas. Y es que, “lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca", como dice Roberto Bolaño en Los sinsabores del verdadero policía. Y ya que ahora lo de viajar “de verdad” está un poco complicado, hagámoslo de la mano de un buen libro.
En este tablero de Pinterest, hay un poco de todo, empezando por la interesante opinión sobre la “lectura de viaje” de Thomas Mann en Viaje por mar (“un género lleno de reminiscencias de inferioridad. Está muy extendida la opinión de que lo que se lee en un viaje ha de ser de lo más ligero y superficial, 'tonterías que hagan pasar el tiempo'. Nunca lo he comprendido") hasta los viajes literarios, porque ¿quién no ha ido alguna vez detrás de las huellas de un autor o un libro? La biblioteca se convierte así en una puerta de embarque magnífica para viajar por el mundo (Embarquen por la biblioteca, de Jesús Arana).
Antes de viajar, hay que tener en cuenta varias cosas, como si viajamos solos o con amigos, porque "cuando se viaja a solas, como sucede con demasiada frecuencia, hay que pagar del propio bolsillo, pero en ocasiones la vida es buena y permite viajar y ver mundo, aunque sólo sea a retazos y por poco tiempo, con los cuatro o cinco amigos que declararán en nuestro favor el día del Juicio, hablando en nuestro nombre." (El Danubio, de Claudio Magris).
Los preparativos también son importantes, como nos dice Juan Bonilla en Prohibido entrar sin pantalones: "si haces demasiados preparativos para un viaje, el viaje no es tal: es sólo una excursión. Si no haces ningún preparativo para un viaje, el viaje no es tal: es sólo una huida. Entre la huida y la excursión, el viaje”. Y sobre todo tengamos en cuenta la advertencia de John Steninbeck: “No hacemos un viaje, es el viaje el que nos hace a nosotros”.
Hay muchas formas diferentes de viajar y de entender el viaje, algunas tan poéticas como las que se le ocurren a Hanuman en El Mono Gramático, de Octavio Paz ("Hanuman sonríe con placer ante la analogía que se le acaba de ocurrir: caligrafía y vegetación, arboleda y escritura, lectura y camino. Caminar: Leer un trozo de terreno, descifrar un pedazo de mundo") o a nuestro Antonio Machado: "Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar..."
Para otros, como José Saramago en Viaje a Portugal, "hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, (...) Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino".
Julio Cortázar, moderno y adelantándose al "turismo lowcost", durante 33 días, y junto a su esposa Carol Dunlop, se dedicó a recorrer, en una Volswagen Combi roja, la autopista París-Marsella, con parada obligatoria y pernoctación en cada una de las salidas y áreas de descanso de dicha autopista. De esa experiencia, y escrito a medias con Carol, surgió, en 1983 Los autonautas de la cosmopista o un viaje atemporal Paris-Parsella. Otro adelantado a su tiempo fue el protagonista de El viajero del siglo, de Andrés Neuman, cuya acción transcurre en el s. XIX y que tiene reflexiones tan contemporáneas como esta:
"... precisamente el otro día les contaba a nuestros amigos lo fastidioso que hoy resulta viajar a cualquier parte, la gente está cada vez más ansiosa, las ruedas de un carruaje no le bastan, sólo quieren montarse en un vagón y bajarse en el acto, ¡cuánto más rápido vamos más rápido queremos ir! supongo que viajar ha pasado de moda, la moda ahora es llegar".
Todo lo contrario que le ocurrió a Jack Kerouac y sus amigos de la Generación Beat. En el camino o En la carretera (On the road), fue escrito por Jack Kerouac en 1951 y en él narra los viajes que hizo con sus amigos (Allen Ginsberg, William Burroughs, NealCassady) por los Estados Unidos durante varios años. No sólo se trata de viajar por carreteras de la América profunda, sino de romper con una forma de vida, la de la encorsetada sociedad norteamericana de los años 50, que decidieron que no era la suya.
Y terminamos este repaso de las formas de viajar con El viaje a ninguna parte, del genial Fernando Fernán Gómez, que nos propone un viaje por pequeños pueblos de Castilla-La Mancha de la mano de una compañía itinerante de teatro que ve cómo los "jodíos peliculeros" están acabando con su negocio. Un verdadero homenaje a los "cómicos de la legua" y su vida ambulante.
El viaje nos puede llevar al descubrimiento de lugares soñados, como le ocurrió a Rilke, que, desde una habitación del Hotel Reina Victoria de Ronda, hoy convertida en museo, escribe a su amada Lou Andreas Salomé: “He buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he encontrado en Ronda… No hay nada más inesperado en el mundo que esta ciudad salvaje y montañera."
A veces el viaje es una decepción, y así nos lo cuenta Gabriel García Márquez en Doce cuentos peregrinos: "Emprendí un rápido viaje de reconocimiento a Barcelona, Ginebra, Roma y París. Ninguna de ellas tenía ya nada que ver con mis recuerdos. Todas, como toda la Europa actual, estaban enrarecidas por una inversión asombrosa: los recuerdos reales me parecían fantasmas de la memoria, mientras los recuerdos falsos eran tan convincentes que habían suplantado a la realidad”.
Otras veces, lo territorios explorados son imaginarios, como los que recoge Umberto Eco en Historia de las tierras y lugares imaginarios:
"Así, persiguiendo una ilusión, viajeros de todos los países han descubierto otras tierras. Lo que aquí nos interesa son las tierras y los lugares que, ahora o en el pasado, han creado quimeras, utopías e ilusiones, porque mucha gente ha creído realmente que existen o han existido en alguna parte”,
O como ocurre en El maravilloso mago de Oz, un libro de literatura infantil escrito por el estadounidense L. F. Baum en 1900, en el que una niña llamada Dorothy, inicia un viaje hacia el mundo de Oz, en busca del mago que la hará volver a su tierra, Kansas, de la que salió por culpa de un tornado. Por el camino encontrará muchos personajes, a los que intentará ayudar con sus problemas.
También La balsa de piedra (1986), de José Saramago, parte de una idea insólita: una grieta se abre en los Pirineos y desgaja a la Península Ibérica del resto de Europa. España y Portugal, transformados en una gran isla flotante, van a la deriva más unidos entre sí (y a la vez más separados del resto de Europa) de lo que nunca lo han estado y lo van a estar a lo largo de su historia.
Para terminar, enumeraremos una serie de libros con los que podemos viajar a regiones exóticas, como El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith (la Costa Amalfitana), El amante, de Marguerite Duras (la Indochina de principios del XX) o El cielo protector, de Paul Bowles (el Tánger de los 40); o bien a lugares más cercanos: así, con La Regenta, de Clarín, visitamos el Oviedo (Vetusta) de finales del XIX y con Córdoba de los Omeyas, de Antonio Muñoz Molina, conoceremos como fue nuestra ciudad en su época de mayor esplendor. Esther Tusquets nos lleva a la atractiva Barcelona de los 60 con sus 24 horas con la Gauche Divine y Elvira Lindo nos descubre sus sitios secretos de Nueva York en Lugares que no quiero compartir con nadie.
Como veis, viajes para todo los gustos… sin salir de casa.
Salud para todos y cuidaros mucho
#yomequedoencasaleyendoyviajando
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