En su informe ejecutivo el estudio señala que el proceso de crisis económica ha supuesto un cambio en la estructura del alumnado universitario, al disminuir el coste de oportunidad de permanecer en las aulas, ya que el mercado de trabajo no es capaz de absorber a los egresados. La formación y espíritu de superación no parece ser la característica más demandada en el entorno académico, lo que origina, además del desempleo en gran escala, el subempleo de los titulados. Por otra parte, el entorno social no parece ser el más favorable para el desarrollo de la promoción del emprendimiento y del autoempleo. Simultáneamente se está produciendo una emigración de titulados universitarios, y que afecta a dos grupos de éstos: los más prometedores, que acuden a los mercados en los que se demanda su capacidad y su formación, y otro grupo con título, pero con una formación que solo le puede permitir optar al subempleo en otros países, y al desempleo en España.
El estudio señala que es complicado realizar comparaciones entre universidades, pues el mercado de trabajo no es transparente, lo que tiende a ocultar carencias en muchos centros. Tan solo en alguno en estudios, como Medicina, en los que existe un control externo homogéneo y objetivo, mediante las pruebas de MIR, es posible una evaluación no sesgada de la preparación obtenida y además, los resultados obtenidos permiten hacer una ordenación de la calidad real de las distintas facultades.
El trabajo subraya también que una carencia destacada en los estudios sobre mercado de trabajo es la referida a la inserción laboral de los egresados de las universidades españolas. Existen estudios generales, regionales y específicos para determinadas universidades de seguimiento sistemático a partir de macroencuestas a egresados. El realizado sobre la UCO tiene como particularidad el de dar continuidad a otros anteriores centrados exclusivamente en la Universidad de Córdoba y el de tomar como referencia los datos del total de egresados en dos años académicos. En el estudio de inserción se afrontan las cuestiones típicas, como el tiempo que se había tardado en conseguir empleo; las condiciones laborales del puesto de trabajo (tipo de contrato o jornada laboral) o la adecuación de la formación recibida al trabajo desempeñado, desagregando los datos por macroáreas y titulaciones.
Se destacan dos aspectos: el gran desequilibrio entre el número de egresados de distintos centros y la muy baja tasa de inserción laboral. En realidad - señala el texto- solo cabe destacar la inserción de más del 87% de los licenciados en Medicina, que es la carrera que tiene un control externo de conocimientos adquiridos en la universidad a través de los exámenes de MIR, y todo ello pese a la situación presupuestaria de la sanidad pública. En Ingeniería Informática, el 89% de ocupación también es de destacar, aunque el número de egresados es limitado (20), y parece que el mercado los absorbe, no así en el caso de los diplomados, aunque están trabajando en torno al 70%.
A partir de ahí, sólo en la licenciatura de Veterinaria el mercado absorbe un número considerable de egresados, y en el caso de otras ingenierías como Agrónomos y Montes, que sitúan a algo menos de dos tercios de sus egresados. Todas estas carreras muestran lógicamente tasas de paro más reducidas. No se tiene en cuenta los estudios de Enfermería, por la situación coyuntural de cambio al nuevo grado, lo que limita en el período considerado los egresados. En otras carreras con un número de egresados mínimo, el estudio establece que no es posible sacar otra conclusión sobre el que haya que cuestionar si el coste de mantener estos estudios compensa con los resultados, no solo por el número muy bajo de egresados, sino también por el todavía menor de colocados.
Recorriendo las agrupaciones de titulaciones, el estudio establece que en Humanidades la tasa de inserción no llega al 50% en la mayoría de las titulaciones, a pesar de tener una oferta de seis carreras en la misma facultad, aunque el alumnado se concentra en una (Traducción) con una tasa de ocupación de apenas el 49%, es decir, 50 egresados colocados y 50 no. En las carreras agrupadas bajo el epígrafe 'Ciencias', la situación es similar, con una tasa de ocupación media de un 55,1%, la menor de todas las macroáreas, aunque las únicas carreras que supera este valor son Ciencias y Tecnología de los alimentos y Química donde la tasa de ocupación supera el 60%, colocándose en el mercado laboral menos de 15 alumnos procedentes de cada una de ellas.
El número de egresados, se señala, es muy bajo en Ciencias de los Alimentos y, casi inexistente en Física, Enología y Bioquímica, y algo más numeroso en Ciencias Ambientales y Biología. En los estudios relacionados con la Educación y el Magisterio, el número de egresados se puede calificar de muy elevado (más de 700 el último año considerado) aunque con una tasa de ocupación muy ajustada, inferior al 50% en 6 de sus especialidades y en consecuencia una tasa de paro que oscila en torno al 62%. En Derecho la inserción apenas alcanza el 54%, en Administración de Empresas, no supera al 50%, y en Relaciones Laborales y Trabajo, supera el 55% y 65% respectivamente. Las Ingenierías Técnicas industriales, ya desaparecidas producen un número de egresados considerable, con tasas de inserción alrededor del 40%, cayendo significativamente en Ingeniería Técnica de Obras Públicas; los datos de éstas no son significativos por su cambio a los nuevos grados.
En los estudios de posgrado, maestrías y doctorado, se señala que los resultados son ligeramente mejores. En el caso de doctorandos, y dado que éstos son una minoría de los egresados, son esperables estos resultados mejores. En las maestrías, habría que realizar un estudio de subempleo.
El estudio señala como obvio que la inserción laboral de los nuevos graduados debe ser el objetivo básico de la mayor parte de la enseñanza universitaria, pues si esta inserción está bajo mínimos, se cuestionará todo el sistema asociado a ella. Habría que realizar el seguimiento de egresados en los nuevos grados, y analizar tanto la tasa de inserción laboral, qué parte de ésta está asociada al subempleo, los salarios percibidos por los egresados, y su tasa de desempleo, para poder evaluar los resultados de la aportación de la universidad a la sociedad. Y todo ello poniéndolo en relación con los costes incurridos, tanto directos en los programas de enseñanza universitaria, como en los indirectos, relacionados con las aportaciones estatales vía becas de estudio, lo que no es posible si no se dispone de una contabilidad de costes adecuada y un sistema de seguimiento de los egresados.