Si la de ayer se consideró una etapa de adaptación a las pistas marroquíes, la segunda ha sido una auténtica demostración de lo aprendido. Una jornada muy completa, con todos los tipos de suelo por los que van a rodar los Panda a lo largo de su aventura.

Tras la salida del campamento, los coches tomaron una carretera convencional marroquí que los llevaba a la primera pista. La primera mitad de la prueba circuló por caminos de fácil conducción hasta el acusado descenso por un cañón que en época de lluvias alberga aguas. El cambio de paisaje ha sido destacable, ya que los equipos pudieron ver las montañas por las dos caras: una agreste y escarpada, y el otro lado, suavizado por las tormentas de arena recurrentes. El camino para cruzar estas montañas, serpenteante, puso de manifiesto la necesidad de ser más precavido que veloz en las pruebas de Panda Raid.

A continuación, llegó el enlace hasta la segunda parte del día, que atravesó poblaciones típicas construidas en adobe. En ellas, algunos participantes decidieron almorzar, aprovechando la gran cantidad de puestos callejeros que ofrecen bebida y comida. Había que coger muchas fuerzas ante lo que se avecinaba de tarde según las viñetas del roadbook.

La segunda mitad de la jornada fue una mezcla de pavimentos, pasando por el pedregoso de pequeños sedimentos, al de las grandes piedras que machacan las ruedas de los vehículos. Mención aparte merecen las profundas áreas de arena, normalmente localizadas en oueds, que atrapaban sin remedio a los más novatos. “Como todo en la vida, hay que pasar con convicción, con velocidad constante y movimiento el volante de lado a lado”, comentaban los más experimentados. Uno tras otro se sucedían los oueds, con sus entradas y salidas abruptas por la erosión del agua cuando los ríos llevan cauce. El compañerismo ha sido hoy también herramienta imprescindible, ya que muchos Panda habrían quedado atrapados en los bancos de arena si no hubiera sido por todas las personas que se han animado a empujar para sacarlos.

En esta mitad tuvo lugar también la prueba cronometrada, en la que básicamente hemos visto volar a los participantes. La orientación, que tampoco ha sido sencilla, ha supuesto la pérdida de algunos participantes, que veían no sólo como aumentaban los puntos en sus penalizaciones, sino cómo corrían los kilómetros extra que había que hacer para dar la vuelta.

El día terminaba con la entrada a un campamento idílico, iluminado por farolillos de fuego. Las duchas se antojaban el mejor regalo a una etapa durísima, que ha dejado a los participantes exhaustos y con los rostros tostados por el polvo y el sol.

Los equipos de la UCO

Para los dos equipos de la Universidad de Córdoba fue una jornada dura  en el desierto marroquí. Uno de los coches se perdió la etapa a causa de una avería nada más arrancar. El vehículo tuvo que ser remolcado hasta el pueblo más cercano donde se pudo reparar. Desde allí consiguió llegar al campamento por su cuenta.

El equipo femenino afrontó la etapa en solitario  pero, a falta de 60 km para llegar al campamento, un problema eléctrico obligó a las chicas a abandonar la etapa. Ha sido una noche larga de reparaciones para afrontar la etapa 3 con garantías.