Sin embargo, hace pocos días la Coca Cola ha logrado zafarse de algunas de esas etiquetas gracias a un estudio publicado por la revista Toxicology Letters firmado por Marcos Mateo Fernández, joven investigador de la Universidad de Córdoba y del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, y la catedrática de Genética Ángeles Alonso, que dirige sus investigaciones dentro del grupo de investigación AGR-158. Ambos investigadores han probado que la Coca Cola protege frente al daño oxidativo y juega un papel importante en la inhibición de crecimiento de células tumorales. Lo han hecho mediante ensayos in vivo en lo que se conoce en el laboratorio como un “organismo modelo”, la mosca Drosophila melanogaster, en la que se evaluó la toxicidad, antitoxicidad, genotoxicidad, antigenotoxicidad, extensión y calidad de vida del popular refresco en su versión clásica y en la que no contiene cafeína. Además, los investigadores de la Universidad de Córdoba usaron otro modelo para sus experimentos in vitro: la línea celular HL-60 de leucemia humana, en la que se analizaron los efectos de ambos refrescos sobre las células tumorales.
La conclusión es que ambos tipos de colas tienen efectos antioxidativos y quimiopreventivos en el laboratorio. El mismo grupo AGR-158 ensaya otras sustancias contenidas en estos refrescos, como es la cafeína, aunque ésta no exhibe resultados tan remarcables en todos los ensayos como los refescos completos.
Los efectos que esta nueva investigación puedan tener sobre la imagen de marca de la Coca Cola son algo que está por ver. Al fin y al cabo, el refresco sigue teniendo tantos defensores como detractores. Los primeros podrán enarbolar este estudio, y los segundos se podrían apoyar en el publicado por la American Journal of Public Health, hace algunas semanas, en el que tras analizar el ADN de 5.309 adultos consumidores habituales de refrescos gaseosos se concluyó que el consumo de refrescos azucarados está relacionado con el envejecimiento celular.