Page 10 - GEOPOLÍTICA DEL MUNDO ACTUAL. UNA VISIÓN MULTIDISCIPLINAR. 2021.
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GEOPOLÍTICA DEL MUNDO ACTUAL. UNA VISIÓN MULTIDISCIPLINAR:
Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos
La primera cuestión que hay que tener clara cuando hablamos de (in)compatitibili- dad entre inteligencia artificial y democracia es qué concepto de democracia tenemos en mente. Como cualquiera puede fácilmente constatar, hay diferentes concepciones acer- ca del significado de la democracia, delibera- tivas, plebiscitarias, republicanas, liberales... Aunque todas la conciban como el autogo- bierno del pueblo, existen diferentes versio- nes acerca de cómo se debe ejercer ese autogobierno. En mi caso concreto, después de haber dedicado años de estudio a la filo- sofía de la democracia y haber sintetizado mi concepción en el libro Una teoría de la democracia. Gobernar en el siglo XXI (Inne- rarity 2020), mi propósito ahora es doble: 1. Examinar si la constelación que suscita la inteligencia artificial se adviene a los criterios normativos de la concepción de la democra- cia compleja y 2. Reflexionar acerca de las modificaciones que la idea de democracia compleja puede requerir para no impedir la inclusión de la lógica y los procedimientos de la automatización impulsada por la inteligen- cia artificial. Cuando hablamos de la relación entre inteligencia artificial y democracia esta- mos formulando requerimientos en un doble sentido. Se trataría, por tanto, de un examen de compatibilidad en las dos direcciones, qué desafíos plantea la nueva constelación tec- nológica a los dos elementos por cuya con- gruencia nos interrogamos, es decir, cómo configurarse la automatización para no sacri- ficar valores claves de la convivencia demo- crática y qué tipo de innovaciones democráti- cas debemos acometer para no privarnos de los beneficios de la automatización.
¿Qué le pasa a la política y a sus ins- tituciones específicas cuando cambia radi- calmente el entorno tecnológico? ¿Qué transformaciones políticas asociamos a la robotización, la digitalización y la automatiza- ción? Todavía es difícil saberlo y tal vez esa ignorancia explique el hecho de que se hayan formulado dos tipos de diagnósticos que implican, aunque por motivos contrapuestos,
una cierta despedida de la política: los profe- tas del entusiasmo anuncian el poder abso- luto de la tecnología sobre la política, lo que consideran fundamentalmente algo positivo. El llamado “internet de las cosas” va a trans- formar también las prácticas políticas y hay quien profetiza que podría incluso cumplir la función de reparar o sustituir a las estructu- ras políticas debilitadas o ausentes (Howard 2015, 161). La nueva tecnología vendría a resolver los problemas ante los que ha fra- casado la vieja política. Ya Norbert Wiener hablaba de unas máquinas que reemplaza- rían a los viejos artefactos de la política en una “nueva era automática” (Wiener 1954). El otro diagnóstico sobre el final de la política es pesimista en la medida en que se hace res- ponsable al nuevo entorno tecnológico de la pérdida de capacidad de gobierno sobre los procesos sociales y la des-democratización de las decisiones políticas. La tecnofilia y la tecnofobia comparten la suposición de que la lógica de la tecnología puede sustituir a la de la política; solo se diferencian en considerar- lo una buena o una mala noticia.
Tal vez la única certeza política que tenemos hoy en día es que la política en el futuro será muy diferente de la política en el pasado. No sabemos todavía con exactitud qué repercusión van a tener las nuevas tec- nologías en nuestra forma de vida política, si mejorarán la democracia, si la modificarán o la harán imposible. Cuando superemos el vaivén de la euforia y la decepción quizás estemos en condiciones de emitir un juicio ponderado acerca de una transformación que todavía está en marcha. En cualquier caso, es indudable que la actual revolución tecnológica hace que nuestras democracias dependan de formas de comunicación e información que ni controlamos ni compren- demos plenamente. Desde un punto de vista estructural, esas tecnologías están dañando elementos centrales de nuestro sistema polí- tico: el control parlamentario ha dejado de ser lo que era cuando no existía Twitter; la finan- ciarización de la economía se sustrae de la
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