María Jesús Torquemada, profesora titular de Historia del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y autora de, entre otras publicaciones, el libro "La Inquisión y el Diablo" lleva catorce años investigando junto al catedrático de la Complutense Juan Antonio Alejandre y a profesores de las Universidades de Sevilla, Córdoba, Murcia y Cádiz, los procesos de la Inquisición Española. Y después de tanto tiempo de archivos y estudios, Torquemada lo tiene bastante claro: la imagen de la Inquisición tiene poco que ver con lo que fue en realidad el quehacer del Santo Oficio. Esta mañana ha intervenido en la Universidad de Verano Corduba y ha tenido un rato para conversar…
-La pregunta es obligada. Se llama usted Torquemada y sabe mucho de la Inquisición ¿tiene algo que ver con el inquisidor y confesor de la reina Isabel la Católica?
- Choca un poco ¿no? Lo cierto es que no lo sé a ciencia cierta. Todos los Torquemada tenemos algo que ver. Claro que se supone que descendiente directa no puedo ser porque este hombre era clérigo y se supone que…
- Ha venido usted a un curso sobre los delitos sexuales, ¿fue el sexo uno de los crímenes más castigados por el Santo Oficio?
- En realidad, la Inquisición fue relativamente tolerante en este sentido, siempre que el delito no implicara herejía, es decir, que el autor de un delito de bigamia, adulterio u homosexualidad no asegurase abiertamente que no estaba cometiendo un pecado.
-¿La Inquisición tolerante? No es eso lo que siempre se ha dicho…
- Me explico. Jurídicamente, los procesos de los tribunales de la Inquisición fueron absolutamente limpios y acordes con las normas. Otra cosa es que hoy día, de acuerdo con nuestro ideario nos parezca una brutalidad utilizar la tortura y emplear penas como la muerte. Pero, dentro de su tiempo, no fueron más duros que los tribunales civiles ni, por supuesto, que sus homólogos europeos.
- O sea que hubo torturas. ¿Se utilizaban esos instrumentos que circulan en exposiciones itinerantes por ahí?
- Ni mucho menos. Esos aparatos llenos de pinchos, cadenas y demás pertenecen a los tribunales europeos, que fueron bastante más duros en sus penas que los españoles. Te doy un dato. En centroeuropa en un solo siglo murieron en la hoguera por brujería 180.000 personas. En España no se alcanzó esa cifra ni siquiera en cuatro siglos de funcionamiento.
- Pero bueno, ¿alguien moriría no?
- Por supuesto, la Inquisición, en especial durante los siglos XV y XVI fue especialmente dura, lo que quiero decir es que también es cierto que hay mucho de leyenda.
- Leyenda negra, vamos
- Propiciada por la propaganda británica del siglo XVI. De hecho, ahora hay investigadores británicos que también intentan desmontar el mito.
- Mitos aparte, ¿es cierto que se utilizaba la tortura?
- Desde luego que se utilizó, pero no en la mayoría de los casos. Sólo cuando el ajusticiado no reconocía ser culpable.
- Vaya, que al final confesaban todos, aunque fueran inocentes
- Vuelvo a lo de antes. Aunque se utilizara la tortura, que repito que hoy nos parece una brutalidad, siempre había un médico delante y las actas recogían absolutamente todo. Hay procesos en los que el secretario recogía incluso los gritos del reo: "ay, ay, ay, virgen santísima, díganme lo que debo decir". Pero también es cierto que tras la confesión bajo tortura se mandaba al reo a descansar y se le pedía que ratificase su confesión sin ser torturado. Lo que quiero decir es que la Inquisición fue un aparato enorme de burocracia, de la que dependía muchísima gente y que no existía esa sed de sangre que algunos nos venden.
- El cine, por ejemplo.
- (Se ríe) Bueno…
- ¿Cree que la Iglesia ha cargado con esa leyenda?
- Más que la Iglesia, la religión. Pero en este sentido, matizaría que la Inquisición fue un sistema de control social al servicio de la Corona, de la política. El Santo Oantizaría la paz social, y para controlar a toda la sociedad.
Los errores de la Inquisición Española
Además de María Jesús Torquemada, el curso sobre Derecho Penal que se celebra en Córdoba ha contado esta mañana con la presencia del catedrático de Historia del Derecho Juan Antonio Alejandre, autor del libro "Osadías, vilezas y otro trajines" sobre la Inquisición, en el que se cuenta la historia de algunos de los errores de los tribunales inquisitoriales. Y eso, que según Alejandre, los errores fueron "muy pocos" dada la pulcritud de los procesos. En cualquier caso, según explica, Alejandre, el Santo Oficio preveía compensar al reo que fuese inocente de diferentes formas. Entre otras y además de la económica, paseándolo en una carroza blanca por la ciudad en la que se aclarase públicamente su inocencia.